Lo que duele no es, tanto, la bondad de Dios, sino su paternidad universal: que en su corazón cabemos todos. Y que con algunos sintoniza de manera particular.
Conocerse, amarse y transparentarse
Lo que duele no es, tanto, la bondad de Dios, sino su paternidad universal: que en su corazón cabemos todos. Y que con algunos sintoniza de manera particular.