“COMO ANDAR POR CASA” (Aunque parezca que no)

A lo largo de toda nuestra vida, hemos pasado por situaciones de todo tipo y sensaciones. Desde lo misterioso, hasta lo normal. Desde lo mágico, pasando por  lo indescriptible, hasta lo ordinario. Desde lo más elevado, hasta por “bajo tierra”. Etc… Y llevamos, cada uno, impresos en nuestros corazones, una infinidad de huellas.

Y resulta que, a medida que transcurren los años, felizmente, hemos ido tomando el “auténtico pulso” a todo cuanto ha pasado. Porque, este dato,  es una señal de que hemos descubierto mucho los porqués de cuanto ha acontecido.

Sintetizando, y después de todos los millones de años que han transcurrido de existencia, podemos llegar a afirmar que, lo que ha movido nuestra historia, ha sido, fundamentalmente, nuestro “instinto de supervivencia”, el arte de “salir airosos” de entre los avatares de nuestro existir.

Cada especie, según lo suyo. Los humanos, por propia experiencia, tenemos que afirmar que hemos ido aprendiendo, a lo largo de nuestra vida, una serie de respuestas a situaciones ante las que nos íbamos encontrando. Eso sí, hemos sido enriquecidos, para ello, con la cualidad  “del habla”, lo cual nos ha posibilitado el reaccionar, a lo largo de nuestros días, ante momentos nuevos, corregir decisiones equivocadas, programar tipos de sociedades diferentes, etc… Y con la rapidez necesaria. Lo cual, en la sociedad actual, se ha incrementado extraordinariamente.

Tener esto claro nos ayuda, por una parte, a naturalizar todo. Todo ha sido proceso normal. Si bien o mal hecho, eso es otra cosa. Pero, aunque a veces hemos querido dar más “bombo y platillo” a lo que hemos ido programando, siempre hemos actuado según nuestras luces, según nuestros intereses, presentándolo todo, en ocasiones,  de tal manera que nos fuese más fácil poder “vender la moto”, arguyendo, en otras, para que la sumisión y obediencia fuesen factibles, etc… Como en casa.

De modo que todo el énfasis en que algo ha “venido del cielo”, el hincapié en que “toda autoridad requiere ser obedecida”, la insistencia en que “todavía eres pequeño”, o “de esto no entiendes nada”, lo mismo que el aseverar que “quien obedece no se equivoca”, etc… dejan de tener esa aureola de magnificencia que nunca la han tenido en verdad, sino, más bien, hemos sido  nosotros los interesados en presentarlas de esa forma.

De modo que los “miedos”, las “genuflexiones”, lo “sagrado”, lo “inspirado”, la “autoridad” y sus “representantes”, no se mantienen  por su propio peso, sino porque parecía lo “correcto”. Y eso, según nuestra forma de ver. Que podía haber sido de otro modo.

Estamos en un momento en el que el horizonte que se nos abre es “con ganas”; con posibilidades “inacabables”; con ansias, a tope, de “innovación”; con “fuentes de Sabiduría” eternas; conscientes de todas nuestras posibilidades; admitiendo el riesgo, la equivocación, porque es lo nuestro, etc…

Y, en medio de todo esto, no nos resultará muy difícil admitir que estamos siendo víctimas, muchas veces,  de nuestros propias decisiones. Más apoyados en nuestra aseveración, con la última coronavirus en la que estamos.

Momento importante por la enorme carga de diagnóstico que trae consigo. Y no menos, por la global y urgente llamada de trabajar por un futuro mejor. No como el de antes. Mejor. Porque de lo contrario, estaríamos cavando nuestra propia fosa.

A este respecto, Mariá Corbi, nos ofrece unas orientaciones que nos pueden acercar a un posible futuro más conforme con la “realidad” en la que estamos:

  1. Hemos de pasar de fijar “modos de pensar, sentir, actuar y organizarse”, para que esto no cambie, a posibilitar “indagar y crear innovaciones en todos los campos… para generar cambios”.
  2. Hemos de abandonar Proyectos “fundamentados en creencias religiosas o ideológicas”, a favor de otros que “excluyan todo tipo de creencias y se fundamenten en la indagación y creación libres”.

Hemos de superar Proyectos “heterónomos, recibidos del cielo o de la naturaleza misma de las cosas”, para abrirnos a otros, “autónomos, creados conscientemente, basándonos en nuestra propia cualidad” humana.

(De la conferencia en la Universidad Iberoamericana de Puebla 3.06.2020)

José Cruz Igartua

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